Respirar es la primera acción que realizamos al nacer, y lo
último que hacemos antes de morir. Fisiológicamente es el mecanismo con el que
realizamos el intercambio de gases con el exterior para el mantenimiento de la
vida.
Desde el conocimiento basado en el Yoga, la palabra
Prana, en sanscrito, tiene dos significados a saber; energía y respiración.
La práctica de Pranayamas en tanto, es un conjunto de
técnicas de control de la respiración y
su finalidad está orientada a proveer a la mente la necesaria calma y
concentración como preparación para la meditación. La palabra pranayama es la
unión de prana: energía – respiración
ayama: extensión,
estirar.
“Alargar la energía
vital” podría ser entonces el
significado más cercano para Pranayama.
Sin dejar de lado su real objetivo, las técnicas de respiración
son en sí un recurso muy útil que podemos aplicar a nuestra agitada y estresada
situación moderna.
Cuando la vida nos ofrece algunos retos más desafiantes y el
equilibrio personal se nos escapa de las manos, surge la urgencia emocional.
Nos asaltan la tristeza, el miedo, la
ira, etc. En estos momentos la respiración se hace dificultosa, débil, nos
proponemos dejar de respirar, quizás como un
intento inconsciente de escaparnos de la vida. Al respirar profundamente
cuando nos sentimos mal o en momentos de
tensión, recuperamos la conexión entre la energía y la mente, nos
ahorraremos así mucha carga corporal y mental y podremos acceder a una disposición
mental que nos facilite la claridad para encontrar una nueva salida a lo que
esta afligiéndonos en ese momento.
Marisol Marchant M.
Terapeuta Corporal, Masoterapeuta
Instructora de Hatha Yoga.